Fernando I, Emperador de Alemania y Rey de España
1503 - 1564

Grabado de una colección de 88 grabados
de Nicolas de Clerck (activo entre 1614 y 1625)
(fondo personal)

Texto extraído de la Biographie universelle des hommes qui se sont fait un nom de F.X. Feller - 1860

FERDINAND I, emperador de Alemania, segundo hijo del archiduque Felipe y hermano menor de Carlos V, nació en Medina de Castilla en 1503. Se casó con Ana, hija de Ladislao VI, rey de Hungría y Bohemia, y hermana de Luis el Joven, muerto en la batalla de Mohatz en 1526. Tras la muerte de este príncipe, Fernando se creyó con derecho a sucederle y fue coronado rey de Hungría y Bohemia en 1527. Fue elegido rey de los romanos en 1531.

Carlos V había abdicado el imperio en 1556, y él le sucedió en 1558, no habiendo sido aceptada la abdicación por los príncipes del imperio hasta ese año. El papa Paulo IV se negó a reconocerle como legítimo emperador porque, según este pontífice, la abdicación de Carlos V, hecha sin permiso de la Santa Sede, era nula; pero Pío IV, su sucesor, no creyó necesario poner estas dificultades. Fernando instó al Papa a que permitiera a sus súbditos austriacos la comunión bajo las dos especies: el Papa se ocupaba de este asunto cuando el emperador murió en Viena en 1564, a la edad de 64 años.

Este príncipe sabio y moderado quería dar paz a la Iglesia; pero no conocía lo suficiente el espíritu de los sectarios, siempre más tumultuosos y más exigentes cuando uno parece inclinado a transigir con ellos. Hizo una tregua de 80 años con los turcos, reconcilió a varios príncipes enemigos y puso fin a las rencillas de los reyes de Dinamarca y Suecia. Un testamento que había hecho 20 años antes de su muerte, en 1543, y del que no se apartó en sus últimas voluntades, sembró las semillas de la guerra que perturbó a Europa 200 años después.
Este testamento nombraba sucesoras de los reinos de Bohemia y Hungría a sus hijas, a falta de herederos de sus hijos. Esta disposición dio lugar, en 1740, a la reivindicación que la Casa Electoral de Baviera hizo sobre estos reinos, al estar casada la archiduquesa Ana, hija de Federico I, con Alberto V, duque de Baviera. Pero el verdadero sentido del testamento sólo concernía a sus hijas propiamente dichas, entonces vivas, no a los hijos que nacerían de ellas y que, al cabo de los siglos, imaginarían poder disputar la sucesión a los descendientes de la línea directa. Esto estaba bastante claro para cualquier hombre que no razonara según la lógica de los tribunales, y que no estuviera familiarizado con los sofismas de la política ambiciosa y tortuosa.

Lettres de cet empereur en latin adressées au pape Pie IV, París, 1563, in-8. Su vida fue escrita en español por Alphonse Ulloa, en italiano por Louis Dolce, y Schardusi publicó una versión abreviada en latín. Su panegírico se encuentra en la colección: Orationes clarorum virorum, etc., ad principes habita, Colonia, 1559.

Traducción automática del francés mediante Deepl